Amorevolezza


Amorevolezza

El tercer pilar que se convierte en el motor que permite dinamizar la educación con el corazón. La AMOREVOLEZZA responde a las necesidades afectivas de la persona, y lleva a la aceptación de sí misma, a la alegría de vivir, a la apertura de amor a los otros y hacia la vida.

La amorevolezza, traducida en amor, amabilidad y bondad es el principio que fundamenta el método educativo de Don Bosco; y nos deja llegar al corazón de los jóvenes, comprenderlos y guiarlos.
La educación es un “acto de amor”, este es el principio fundamental de la pedagogía salesiana.


La caridad pastoral que inspira, motiva y condensa la acción educativa salesiana es el alma de todo el sistema educativo de Don Bosco, es la esencia de su pedagogía. Por esta razón se le ha dado al sistema preventivo el nombre de “pedagogía del amor”.

El educador cristiano, en efecto, ama ante todo su profesión, la vive y la realiza como el mejor servicio que se puede prestar a la juventud y a la mejor de las causas: la formación integral de los niños.

El educador salesiano consagra toda su vida en bien de los jóvenes, por su bien, está dispuesto a sacrificarse y a soportar los contratiempos en esta difícil misión, por eso, Don Bosco educador dio su vida, la gastó literalmente a los jóvenes más excluidos de la sociedad.


Además de la entrega desinteresada de las y los jóvenes, la amorevolezza tiene un aspecto profundamente humano en la relación educativa sin la cual es imposible cualquier intento educativ

Este rasgo, lleva a que el ambiente educativo se caracterice por el espíritu de la familia, Don Bosco buscó con sus jóvenes no ser su superior sino un amigo.
Las relaciones interpersonales en la educación salesiana llegan a ser las relaciones de amistad y fraternidad, encarnando y viviendo a Cristo como buen pastor.

Don Bosco afirma que sin familiaridad no se puede demostrar el afecto, y sin esta no puede haber confianza y a su vez el afecto y la confianza no son sentimientos invisibles, son espirituales y tiene que manifestarse y hacerse visibles para una eficaz acción educativa, no basta que los educadores amen a los jóvenes, no es suficiente que los jóvenes sean amados por el educador, es necesario que ellos sean amados.


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