Gris
Don Bosco tenía su mascota misteriosa que aparecía y desaparecía en su vida defendiéndolo de ataques de malvivientes o acompañándolo por calles considerablemente inseguras
Él mismo cuenta en sus
Memorias del Oratorio cómo apareció en su vida en 1852 el perro lobo al que
bautizó Grigio (Gris en italiano):
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPBxP2Ppn1o20KklHbO1a14qckWWTVSMa8vjj48dNIE-DZ3sZYTihy6jxbLhFoqsQo_NzewqSRYHVrZI8eQPfJtIC9lbRzDcKeQBDTxCF0LpPc9oHdowxjrAG3TgCj9CUfIw6igdMtqbA/s400/descarga+%25281%2529.jpg)
“A finales de noviembre
de 1854, una tarde oscura y lluviosa, volvía yo de la ciudad y, para no hacer
un largo camino en solitario. A un cierto punto, percibo que dos hombres
caminan a poca distancia delante de mí. Cuando trataba de cambiar de acera para
evitar el encuentro, hábilmente, ellos se colocaban delante de mí. Intenté
desandar el camino, pero no me fue posible, porque ellos dieron repentinamente
dos saltos hacia atrás y, sin pronunciar palabra, me arrojaron una capa sobre
la cara. En aquel momento apareció el Gris, y aullando como un oso se abalanzó
con las patas contra la cara de uno y con la boca abierta contra el otro, de
modo que tenían que envolver al perro antes que a mí: "Llame a este perro, se
pusieron a gritar temblando". El Gris continuaba
aullando como lobo enfurecido.
Al menos tres veces fue
defendido por el perro de los ataques de malhechores y en al menos otras dos
ocasiones Gris apareció misteriosamente de la nada indicándole el camino cuando
se encontraba perdido.
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